viernes, 10 de octubre de 2014

Mushishi

Finalmente uno encuentra el espacio para comentar algunas impresiones que ha dejado el anime Mushishi, la primera temporada. He de confesar que los comentarios que había escuchado en realidad son bastante certeros: se trata de una obra maestra capaz de envolvernos en su atmósfera de paz y misticismo.



Ginko es un mushishi, es decir, un especialista en mushi. El mushi es una especie de ser viviente que habita en cualquier lugar que encontremos. Una de las primeras premisas es interesante: el mushi está a la vez en el estadio material que abarca a la naturaleza y los humanos, pero a la vez se encuentra en otro estadio, es fuente de vida y a la vez puede interaccionar con las personas de una u otra forma.

Lo interesante del asunto es que Ginko viaja por el mundo aprendiendo sobre los mushis y haciendo el bien a quien pueda y tenga alguna relación con estas formas de vida. Si bien en algunos casos el mushi se vuelve una especie de parásito y Ginko consigue ayudar a las personas, en otros casos el personaje principal no puede hacer mucho para ayudar a los infectados o afectados por el mushi e incluso, sus actos pueden tener consecuencias inesperadas.

Cada episodio es autoconclusivo, e incluso uno puede empezar a ver la serie desde cualquier episodio. Como no hay una línea temporal lineal y muchos de los sucesos en la serie brincan del presente al pasado, uno puede chutárselos en el orden que desee.

Y uno de los aspectos más sobresalientes es la banda sonora. Si bien los episodios son tranquilos y sin ningún adorno, la música se encarga de darle ese aire de paz y tranquilidad a la serie. He de señalar que hay ocasiones en que uno podría animarse a hacer yoga con sólo escuchar los sonidos y la música de fondo.

En resumen, una gran serie que mantiene un ritmo adictivo a pesar de su lentitud. Sin embargo, es una serie sin artificios que consigue sorprender y conmover. Destaca también que el final de temporada haya sido elegido para contar un aspecto del pasado de Ginko. 



Posdata

La película live action de Katsuhiro Otomo falla en muchos sentidos. Si bien al inicio tata de ofrecernos el contexto de Ginko y lo que es capaz de hacer con el mushi, se vuelve tan pretenciosa y confusa que el espectador puede tener problemas para seguirla. Pese a que el director quería hacer una película exclusiva para ganar en festivales, la cinta no pones a un Ginko mucho más torpe, débil y desangelado. Un trabajo fallido comparado con otras producciones que este director japonés nos ha ofrecido.