martes, 3 de febrero de 2015

Tokyo Ghoul. Primera temporada

He decidido ponerme al día y chutarme algunas series de reciente manufactura. Si bien seguiré disfrutando de algunos buenos y antiguos clásicos, creo que ya no puedo darme el lujo de seguirme perdiendo lo último que va saliendo en la prolífica industria de la animación japonesa. Con esto en mente, la primera serie breve que he disfrutado enormemente ha sido Tokyo Ghoul.



   La historia nos retrata un panorama por demás interesante. En un Japón actual han ocurrido diversos y misteriosos asesinatos causados por unas criaturas conocidas como Ghouls. Kaneki, un chico de 18 años, tendrá la desagradable fortuna de encontrarse con uno de estos seres.

   En una cita a ciegas, Kaneki conoce a Ruze, una chica tímida y muy guapa. Luego de que los chicos descubren que tienen intereses en común, todo indicará que se aproxima una bonita historia de amor. No obstante, en un camino oscuro y solitario rumbo a la casa de la chica, Kaneki descubrirá con horror que ella en realidad es un ghoul que lo ha elegido como su cena.

   Pero misteriosamente, una vigas de una construcción se rompen y caen encima de Rize. Kaneki, al borde de la muerte, llega al hospital y, para salvar su vida, los doctores deciden transplantarle los órganos del ghoul fallecido. Luego de la recuperación, el chico descubrirá con horror que no puede degustar ninguna comida, y que sólo la carne humana parece ser el alimento que lo dejará satisfecho.

   Kaneki irá descubriendo que es un híbrido humano – ghoul, y que existe una sociedad de ghouls con diferentes ideas en la que tratará de embonar de alguna forma.

   La serie en sí es la enésima versión de aquella historia shonen en la que un chico nuevo adquiere alguna habilidad y poco a poco va descubriendo un nuevo mundo. Aunque a primera vista parece ser un completo inútil, a la larga el espectador descubrirá que el personaje tiene un carácter un tanto mesiánico, es decir, ha llegado para cambiar las cosas de una forma u otra.

   Un aspecto muy de la narrativa del siglo XX es la humanización del enemigo, y esta serie bien que aprovecha este aspecto. A primera vista parece que los ghouls son una especie de criaturas sanguinarias sin alma a las que hay que ir eliminando progresivamente. Sin embargo, descubrimos con agrado que estas criaturas también tienen un lado muy humano, que sufren, aman y lloran y que poseen sus propios sueños.

   Inclusive sobresalen las escenas en las que se nos dice que los ghouls en realidad son así porque así es su naturaleza: ellos realmente no tienen otra opción más que alimentarse de los humanos. Y esto precisamente nos muestra una cara interesante de alguien que parece ser el enemigo, pero que en realidad está lejos de serlo. Siendo francos, la animación japonesa está más que desintoxicada del maniqueísmo occidental, y nos propone diversas tramas en las que no hay buenos ni malos, sino simplemente grupos cuyos intereses entran en conflicto.


   En definitiva, una serie gore adictiva que mantiene a uno al borde del sillón. Ya esperaré que termine la segunda temporada para descubrir qué camino tomará la historia.


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